Localización

Al estudiar un mapa de Indonesia, un minúsculo archipiélago aparece al sureste de sus fronteras, acorralado entre las imponentes Australia y Papúa: se trata de las islas Aru. Un grupo de islas fuera de todo. Fuera del tiempo, a menudo fuera de las guías turísticas, y por lo tanto fuera de los senderos normalmente recorridos. Sin embargo, este pequeño archipiélago de 6’500km2 aproximadamente, con una población de 40'000 personas de origen melanesio con otras varias influencias (árabe, malaya, china y hasta europea), cuenta con una riqueza natural sin igual. Si bien la selva proporciona carne de forma relativamente abundante y varias de sus especies son cazadas para hacerse con sus plumas, los principales recursos del archipiélago proceden de los ríos y del mar: pesca industrial, cultivo de perlas, cultivo de cohombros de mar, caza de tiburones por sus aletas, recogida de huevas de peces voladores … Y al extremo sureste de Aru, justo antes de adentrarnos en aguas australianas, es frecuente cruzarse con barcos balineses en busca de las tortugas que vienen a poner sus huevos sobre las playas de las islas sagradas de Enu-Karang.

Aru también merece la pena visitarse para descubrir sus paisajes únicos de tierras de corales torturadas, cortadas por los ríos provenientes de Papúa de la época de las glaciaciones. Ríos convertidos luego en brazos de mar que no resultan siempre fáciles de discernir de los ríos. Recorrer las aguas de Aru es como perderse por un laberinto acuático que la selva va encerrando. A lo largo de esos ríos, los pueblos aparecen diseminados, dispersos, compartiendo, por grupos, un dialecto, a veces una historia común.

Uno de esos pueblos, Wakua, al borde del río Manumbai, es EL emplazamiento idóneo como campamento de base para recorrer y descubrir la selva. Una iglesia domina y parece velar sobre el pueblo construido alrededor de una colina. En frente, detrás de una pequeña isla, un río vierte un chorro de agua perpetua: Banda Mi, fuente inagotable, incluso durante las peores sequías, proporciona una garantía de vida. Numerosos barcos de hecho se detienen para abastecerse.
Wakua alberga una comunidad de cerca de 1200 habitantes que, una vez más sociables, muestran un gran entusiasmo por compartir su saber, leyendas y existencia en la selva. Siempre hay alguien disponible para acompañar al visitante, por aquí y por allí, en los albores inmediatos o más alejados de la selva, de noche como de día. Y por la noche, la selva tan cercana se llena de susurros ahogados, rozamientos de alas, ramas que crujen. Parece adormecida, apagada, casi inerte. Y sin embargo… Es de noche cuando se realizan los mayores festines, que las tragedias de la naturaleza se producen. Enmudecidos por discreción. Por poco que se le preste un poco de atención, se descubre entonces una vida bulliciosa, discreta, pero bulliciosa. Que la luz fría de una lámpara frontal revela sin rodeos. Arañas, mariposas, fasmos, saltamontes, ranas, lagartos, serpientes, pájaros, murciélagos, ciervos: ya sean dormidos o en plena actividad, todos acaban por encontrarse caminando, lentamente en la noche. Caminando como la noche: con pasos adormecidos, apagados, casi inmóviles.

En las islas Aru, la vida, sencilla, se recita en pocas palabras: caza, pesca y cultivo. Las dos primeras son propiedad exclusiva de los hombres mientras que todo el mundo participa en el cultivo de las tierras. En primer lugar se desbrozan parcelas del bosque y luego se queman antes de ser cultivadas: patata dulce, tapioca y otras raíces o tubérculos son los principales legumbres plantados. Pero el verdadero alimento base es el sagú, una harina extraída del sagú, una palmera, totalmente insípida pero que proporciona la parte esencial de la alimentación consumida por los habitantes de Aru.
Una vida sencilla, es cierto, bella también, pero ya marcada por la modernidad: las televisiones permiten en efecto que los cazadores que regresan a casa con sus piraguas llenas de presas puedan distraerse un poco antes de regresar a la selva …

Sigue persistiendo no obstante una sensación de autenticidad enorme donde cada pequeño detalle se explica mediante un cuento, un historia, una leyenda. La misma creación del mundo se cuenta por la noche,  a la luz de una hoguera, lejos de los oídos forzosamente indiscretos de los otros lugareños. Ir a Wakua es como hacer un viaje al fin del mundo, una inmersión a la fuente de la existencia, que fluye como lo hace el agua de los ríos que recorren las islas Aru: lentamente, al ritmo de las mareas y de los monzones.

Actualidades

VilbrekPrOd is back from its last shooting session. All you ever wanted to know about its third movie!

"Vanen, Plumes from Paradise", Best pedagogical documentary award, Festival du film ornithologique de Ménigoute (Press release (in French))

Vanen on DVD it'sFilm 52min, Bonus 20min, 4 languages (FR, ENG, NL, DE (untertitelt)) Christmas is coming, don't wait to order it!!

Mutiara* *[Pearl] has entered an intensive post-production phase!